Como un lector más,
pensarás que mi vida es como una cualquiera. Pues se equivoca
bastante. Mi vida no eran de esas en las que una persona se
caracterizaba por ser el mejor o el peor. Mi vida no estuvo llena de
cariño maternal, pues mi madre había desaparecido cuando solo tenía
3 años. Mi padre tampoco quería saber nada de mi. Al poco tiempo,
me enteré de que mi madre se había ido a Estado Unidos a formar una
nueva familia con su novio. Esa noticia me resultó bastante
melancólica. Me hubiera gustado que mi madre me criara. No
comprendía porque me dejaron, supongo que simplemente porque no me
querían o incluso mi madre no había previsto ese embarazo y por eso
mi padre le había dejado. Nací una mañana de verano de 1995. Al
poco tiempo, mi madre perdió todo el interés conmigo y un miércoles
de lluvias torrenciales me abandonó. No sabía hacia donde ir, que
hacer en ese callejón oscuro y húmedo. Pero por suerte, una linda
mujer de ojos verdes y pelo castaño me recogió de ese infierno y me
llevó a su casa, en la que me estuvo criando unos 13 años. Si,
querido lector, como usted ha contado bien tengo 19 años. Y pensará
“¿Por qué no olvida el pasado y piensa en el futuro?” Si usted
tiene tantas ganas de saberlo es porque hace unos 3 meses me enteré
de que mi supuesta madre me había estado escondiendo un gran secreto
y para poder descubrirlo debía viajar al país natal de mi madre,
encontrarme con ella e intentar sacarle información. MI viaje no iba
a ser nada fácil, pero las ganas de descubrir ese gran secreto que
me comen por dentro no dejan de bullir pensamientos sobre mi cabeza,
haciendo que me vuelva loca. Y esa misma mañana, sobre las 6:30
horas me despedí de mi queridísima madrastra y me dirigí hacia el
aeropuerto. Cuando llegué allí, metí las maletas en donde se
registran y sonó mi vuelo. Cogí mi pasaporte y me dirigí hacia el
avión. Una vez allí, cogí mis auriculares y me puse a escuchar un
poco de música tranquila. Un hombre de unos 40 años, me preguntó
algo. Me quité un auricular.
-Perdona, ¿puedo
sentarme?-dijo señalando mi bolso
De repente, me di cuenta
-Ups, lo siento señor.
Discúlpeme
-No pasa nada. Me encanta
tener compañía en los vuelos. Soy Greg
-Encantado Greg, mi nombre
es Erin
-Bonito nombre
-Gracias
-Bueno, hacia que lugar de
Estado Unidos se dirige
-Prácticamente no lo sé,
voy a buscar a mi madre
-Pequeño fallo señorita,
que piensa hacer una vez que llegue hacia su rumbo
-Iré hacia la casa de un
primo de mi amiga y ya nos la apañaremos
-Ah, eso es otra cosa
*Sonreí*
La gran parte de la
trayectoria estuvimos sin hablar, ya que me puse mis auriculares y el
estaba ocupado con su Tablet organizando cosas de su oficina.
{…}
Llegué hacia el
aeropuerto de Estados Unidos, donde me esperaba Marcos. Le abracé y
nos montamos en un taxi. Marcos había cambiado mucho. La última vez
que lo vi tenía 18 años. Ahora es un adulto maduro. Marcos me pilló
mirándole y me sonrojé. Era muy atractivo este hombre, la verdad.
Un hombre moreno con ojos azules. Llegamos a su piso y dejé mis
maletas en la habitación. Bueno, en nuestra habitación, porque no
había más. La verdad, es que no me gustaba nada dormir con un
hombre. Nunca había dormido con un hombre y menos con Marcos.
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